por estacionkusmedios 
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 3 de octubre de 2025 
 
 Ciudad de México | 2 de octubre de 2025 - Lo que comenzó como un acto de memoria histórica, con miles de voces clamando "¡2 de octubre no se olvida!", se transformó en una tarde de tensión y enfrentamientos en el corazón de la capital. La marcha para conmemorar a los caídos en la masacre de Tlatelolco de 1968 evidenció, una vez más, las heridas abiertas de un país que sigue exigiendo justicia.                    La manifestación, que partió de la Plaza de las Tres Culturas, congregó a diversos contingentes: desde sobrevivientes del movimiento del 68 y estudiantes universitarios, hasta familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa y colectivos solidarios con Palestina. La mayor parte del recorrido transcurrió de forma pacífica, con consignas que recordaban la represión estatal como una deuda pendiente.                    Sin embargo, la tensión escaló cuando grupos de jóvenes encapuchados, identificados como "bloque negro", realizaron pintas y lanzaron artefactos explosivos contra el cinturón de seguridad desplegado por la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC). Los enfrentamientos se concentraron en puntos clave como el Eje Central y la calle 5 de Mayo, donde los uniformados contuvieron los avances con escudos y extintores.                    El saldo oficial, según la SSC, es de al menos 22 policías con lesiones de diversa consideración. A la par, se reportaron saqueos y actos vandálicos en joyerías, tiendas de conveniencia y otros comercios del Centro Histórico. El gobierno capitalino informó que se actuó bajo un protocolo de contención para evitar una escalada mayor, subrayando que "no existió opresión" contra la totalidad de los manifestantes. En medio de la crisis, ha surgido el rumor sobre la planeación de un nuevo cuerpo de policía, aunque sin confirmación oficial.                               La violencia de hoy inevitablemente trajo a la memoria colectiva la pregunta: ¿Qué similitud tuvo con aquel fatídico incidente de los normalistas? Si bien los eventos son distintos en su origen y desenlace —una confrontación directa en una marcha frente a una desaparición forzada en colusión con el crimen organizado—, ambos comparten un doloroso trasfondo: la desconfianza hacia las instituciones, la criminalización de la juventud y la persistente lucha por la verdad y la justicia en un México que parece atrapado en un ciclo de agravios sin resolver. La jornada cierra no solo con cristales rotos y balances oficiales, sino con la reafirmación de que la memoria, para muchos, sigue siendo un acto de resistencia.                                                              La noticia es que no solo en ciudad de México sino que en  el mismo Ayotzinapa agredieron a los manifestantes