La población de Myanmar afronta la devastación del terremoto, con al menos 1.700 muertos, en medio de la guerra civil
La devastación que ha dejado en Myanmar el terremoto de magnitud 7,7 que sacudió el viernes el sudeste asiático no ha detenido la guerra civil que azota el país desde hace cuatro años. El Gobierno de Unidad Nacional (NUG), formado por políticos y activistas prodemocracia contrarios a la junta militar en el poder, ha denunciado que el Tatmadaw (el ejército) ha reanudado los bombardeos sobre algunos pueblos controlados por milicias opositoras, a pesar de la catástrofe. Sus afirmaciones han sido respaldadas este domingo por funcionarios de la oficina de derechos humanos de la ONU (ACNUDH). “De acuerdo con los informes que estamos recibiendo desde el terreno, menos de una hora después del seísmo, el ejército estaba lanzando ataques aéreos”, ha confirmado James Rodehaver, jefe del equipo de Myanmar de la organización.